Sunday, May 29, 2011

Me hartaron con Chicharito…


… Y él no es culpable. Voy a comenzar diciendo que Javier Hernández, Chicharito para el mundo, es un delantero correcto, con habilidades que probablemente lo posicionen a partir de su propia perseverancia, en un muy buen atacante. Pero hasta ahí y punto. Ciertamente creo que Javier Hernández, quien ha tenido una excelente primera temporada en el Manchester United, es integrante de un grupo de cientos de delanteros de características similares.
Con la cantidad de mexicanos que viven en los Estados Unidos entiendo el movimiento estratégico que se realiza para vender un partido en el que se medían los dos clubes  que más títulos se han quedado en los años inmediatamente pasados. Javier Hernández no es el ícono del Manchester, es mexicano. No es el más destacado de los del United. Es integrante del TRI. Chicharito es ídolo de la afición azteca y me parece excelente que eso así sea. Ese mismo hombrecito, que todavía debe desarrollarse como futbolista, es básicamente una cuota pequeña en un plantel con experiencia, con jugadores consagrados, con hombres que no le pusieron el pecho a la situación y no desplegaron la labor para abastecer al niño que, teóricamente y según los cánones marketineros del país en el que resido, tenía la obligación de llevar al cielo al ManU.
Escuché “barbaridades” como que Javier Mascherano iba a tener problemas porque chocaría contra la velocidad del Chicharito. Esos “buzones” le quieren vender a la gente, al aficionado mexicano que, en su gran mayoría, antepone la bandera de su país al sentimiento por un club.  Acá tampoco haré un juicio de valor.  Entiendo al fútbol como a un deporte y a la nacionalidad de un deportista como anecdótica. Más si ese futbolista está defendiendo la casaca de una institución equis.
El duelo, según lo vendieron, no era un partido entre Manchester United y Barcelona. El partido era un cara a cara entre Javier Hernández y Lionel Messi. Vuelvo a lo que dije arriba. Entiendo perfectamente como es el negocio. Si yo hubiera estado en la piel de productores, de “popes” de las cadenas televisivas y radiales que contaron con la fortuna de  transmitir esa fiesta del fútbol universal, hubiera actuado de manera similar pero… y acá viene lo importante…, pero hasta el pitazo inicial. Lo insoportable e insostenible es que una vez que comenzó el pleito la fuerza exterior de la mayoría de los colegas, buscaba que la pelota llegara a JH o que, como por arte de magia, se lo nombrara de manera insistente y reiterada por más que el balón estuviera en las manos de Edwin Van der Saar, o en los pies de Rio Ferdinand o Nemenja Vidic; sintetizando, que el ManU estaba saliendo del fondo y, como por el accionar de una barita mágica, la pelota caería en la ubicación de Hernández. No fue serio. No lo será jamás.
Chicharito no quedó en deuda con su gente, con sus seguidores. En deuda quedaron los Giggs, Rooney, Evra y compañía. En deuda quedó Alex Ferguson que, una vez más, falló en el momento cuando debía responder. Yerró con no poder quebrar el circuito de fútbol del Barcelona, que le permitió al ManU una licencia de diez o quince minutos, hasta que hizo pie en Wembley, en el mismísimo corazón de Londres y dejó desnudo a un cuadro local. A un cuadro que tenía todo para cortar la hegemonía de un verdadero ballet, de quebrar o plantar dudas en el mismísimo corazón de la soberbia (bien entendida) de los catalanes.
Chicharito no estuvo a la altura y no era la pieza clave del conjunto inglés. Tanto hablaron de él que algo sentí debía volcar a mi blog.
Ojalá para el chico haya más finales por delante. Espero que pueda madurar en el debido tiempo, que crezca porque ahora solo es un atacante de área, que juega bien con y sin la pelota con el objetivo de mantenerse, que es lo complicado. Llegar, llegan muchos pero solo los diferentes quedan en la historia. Messi es diferente, Xavi, Iniesta, Alves, lo son. Ellos ya impregnaron a fuego sus nombres en lo que para muchos alrededor de los continentes es el mejor equipo que jamás se haya visto sobre un rectángulo. 

Tuesday, May 24, 2011

Todo mal

¿O creen que en el fútbol de Argentina la cuestión es inversa? Está todo mal. De pies a cabeza. Desde las batallas campales que se generan en torneos del interior como el Argentino –y en el resto de las divisiones, hasta en Primera-, pasando por el fuego cruzado entre el señor Julio Grondona y Diego Armando Maradona.
Diego se hartó y habló. Lo hizo, como muchas veces, desde el corazón y no desde la cabeza. Lo hizo desde el resentimiento, desde la ebullición que le generan las repetidas actitudes de un mandamás que está atornillado a un puesto conveniente, que en algún momento le habrá hecho bien al fútbol de Argentina pero que desde hace tiempo no debería figurar. Un jefe que se siente dueño de lo propio y de lo ajeno. Un presidente que cuenta con el apoyo de casi la totalidad de sus homólogos de los diversos clubes y que cuando a alguno de éstos se le ocurre ir a contramano, indefectiblemente chocará con una pared imposible de penetrar (pregúntenle a Daniel Passarella). Una muralla que no podrá derrumbarse hasta que en AFA vuelva a haber democracia. ¿Qué? ¿Qué sí hay democracia? ¿No es una monarquía? ¿Nos “tragamos” lo de gobierno democrático porque hay elecciones en el seno del Comité Ejecutivo y desde finales de la década de 1970 hasta hoy siempre sale favorecido el mismo señor?
Es lógico que el fútbol argentino se esté descascarando. Es normal que hoy se sufra. Es típico que se coseche lo plantado. Hace rato –y confieso que jamás pensé que escribiría esto- Argentina perdió prestigio a nivel mundial. Ni siquiera contar con el mejor jugador de fútbol de la actualidad nos permite soñar. Y no podemos soñar porque Lionel Messi es un genio, realmente lo es… el problema es que no es Maradona y jamás lo será. No voy a meterme en ese dilema ni mucho menos. Tiempo atrás cometí el error y, como intento aprender de mis propios yerros, entendí que no valía la pena un movimiento diferente a disfrutar de su fútbol, de lo que genera, de lo que da, sin saber hasta donde llegará.
Al fútbol se gana en equipo y eso es lo que nos falta a nosotros. La soberbia nos posiciona lejos de lo normal. Porque lo simple es no privarse de ninguno de los destacados y, pese a ello, el técnico de la Selección Nacional está haciendo la “vista gorda” con Carlos Tévez, de quién se dijeron una cantidad de mentiras que lo ubicaron como el malo de la película. Batista tendrá que hablar con El Apache, deberán reunirse, es su obligación. Así como se ocupa de cada uno de los componentes que estarán también está sometido a las palabras con quienes, desde la utopía, emergen como innecesarios. Quizá Batista no le haya dado relevancia, la que merece, al momento de Tévez. Sí ha tenido tiempo para observar las inseguridades de Juan Pablo Carrizo. Ese Carrizo que por actuaciones como las que tuvo contra Boca y luego contra San Lorenzo no logró afianzarse en Europa. No es un ataque al portero de River ni mucho menos porque créase o no, es de lo mejorcito que posee Argentina en cuanto a arqueros.
Recuerdo que se criticó fuertemente a Maradona porque probaba y probaba jugadores. Que la lista de convocados por el ex Diez superó los cien apellidos. En un segmento de tiempo muy menor al transitado por Maradona al frente del combinado nacional, Batista ya citó casi noventa hombres diferentes. ¿Nadie dice nada a esto? Ojo. Veo bien que lo haga porque su trabajo es intentar, escudriñar. Cierto que aparecerán los que crean que la mayoría de esos jugadores no tienen nivel de selección aunque algún profesional podría sorprender y, merecidamente, hacerse un hueco entre los que lucirán la casaca albiceleste.
Se tocó fondo y cuesta subir. Falta oxígeno y parece no hallarse la salida. Hay una pendiente muy complicada para subir, para volver a ser, para posicionarnos otra vez entre los de la élite. Hoy es como intentar llegar a la luna en una de las calaveras con las que Cristóbal Colón descubrió América. Y que extrañeza, América es lo que deberá descubrir la Argentina para recién comenzar a pensar en poder dar el siguiente paso, algo más firme que lo que en el presente tiene la capacidad de llevar a cabo.

Ofrezo disculpas

No estoy viviendo mis mejores momentos y es por eso que el blog no ha sido actualizado. Sigo bajo, pero hoy di un pequeño puntapié y voy a colgar una opinión, pequeña pero opinión al fin. Espero que sepan entender y que no abandonen sus deseos de seguir leyendo, cuando el tiempo se los permita, METELE BOMBA!

Gracias por la comprensión.

Diego

Tuesday, May 17, 2011

Todo pasa… lamentablemente


El TODO PASA es una frase de cabecera, es LA FRASE de Julio Grondona. Así esquiva los temas escabrosos, los incómodos, los que sabe que pueden generarle algún mínimo inconveniente al mandamás de la AFA.
Hoy se vio cercado. Fue, la del martes, una noche movida en la reunión del Comité Ejecutivo, donde los presidentes de los clubes se vieron los rostros en la “casa del fútbol” de Argentina.
Tan acalorada fue la jornada que el presidente de River Plate, Daniel Alberto Passarella a los gritos dejó clara su postura sobre lo que solicitó previo al Clásico ante Boca Juniors: no quería que Patricio Loustau fuera el referí del partido más importante de todos. Claro que el designado había sido Héctor Baldassi, el problema fue que debió ser internado e intervenido quirúrgicamente por una apendicitis. Entonces, “a dedo”, colocaron a Patricio, quien el fin de semana anterior había dirigido a Boca en La Paternal, en la victoria del Xeneize por 2 a 0 ante Argentinos Juniors. De hecho Passarella tenía la información de que, con Loustau, Boca todavía no perdió. El invicto, luego del domingo pasado, se ha estirado. Nadie logrará descifrar hasta cuando. Una paradoja realmente interesante, a sabiendas de que con el padre de Patricio, Juan Carlos, a Boca la vida no le sonrió. De paso, hay un dato nada menor. Justamente en un Clásico llevado a cabo en La Bombonera, en el año 1992, Boca derrotó a River por 1 a 0. Ese partido lo arbitró Juan Carlos Loustau y luego de estar el local en ventaja por el gol de Sergio “El Manteca” Martínez, caía el partido y Loustau le regaló a River un penal. Sancionó una falta de McAllister a Ariel Ortega pero la misma fue un metro fuera del área, por lo que su yerro arbitral derivó en un disparo desde el manchón de los once metros. Se generó un mito en torno al ejecutante del penal. Dicen que ninguno de los futbolistas de River quería patear hasta que Hernán Díaz, poco habituado a dicho terreno, se atrevió a enfrentar a Navarro Montoya. El Mono le adivinó la punta, se lanzó hacia su derecha y la desvió. Boca lo ganó de milagro y ese día nadie, en River, salió al cruce por la equivocación del silbante. Es cierto que Patricio debió sancionar, al menos, dos penales por agarrones en el área… tan cierto como este River lamentable no se vio superado –y muy bien- por uno de los Boca más flojos de los últimos veinte años. Tal vez más, pero de las pasadas dos décadas seguro. River tiene tantas falencias, se ve agobiado por el promedio del descenso y el futuro parece nada promisorio.
Passarella no tuvo un movimiento brillante. Entiendo que el presidente millonario no habló durante las 48 horas posteriores a la derrota con el rival de toda la vida pero fue a la guerra con un escarbadientes. Creyó que, por ser la cabeza de una de las instituciones más importantes del país, conseguiría el crédito necesario como para que su voz se oiga en todos los rincones del edificio de la calle Viamonte. Lo que no meditó, o no deseó cavilar, que Don Julio tiene mayor cantidad de aliados. Los que se paran del lado de Grondona para secundarlo, para dar el sí aún sabiendo que el capo puede estar pisando sobre un campo minado.
Passarella hizo lo que ejercieron en otros tiempos Mauricio Macri (ex Pte. Boca Juniors), Raúl Gámez (ex Pte. Vélez), entre algunos tantos. Grondona está al frente de la AFA desde fines de la década de 1970. Y no solo llegó a lo máximo a nivel casero, supo escabullirse hasta elevarse a la condición de vicepresidente de FIFA. Es pocas letras, es una de las personalidades de mayor influencia en la Federación Internacional.
Grondona no se amedrentará ante los gritos de alguien que fue caudillo de la selección de Argentina que ganó el Mundial de 1978, que siempre quiso lucir la albiceleste y que padeció una maniobra turbia al quedar marginado de México 1986 por cosas nada claras.
El manotazo de ahogado de Passarella no le dará resultado. Rogará para que Grondona abandone su silla. Necesitará un Dios aparte.

Monday, May 16, 2011

Boca, Palermo y un Clásico con final feliz

(sin editar)

No me es difícil quitarme la ropa de periodista por un rato para disfrutar. Para disfrutar del mejor espectáculo deportivo que existe sobre la faz de la tierra, el clásico entre Boca y River en La Bombonera. Jamás necesité de la resolución de un estudio realizado por una universidad inglesa para determinar que, en el mundo, si a los fanáticos le dieran la posibilidad de elegir se inclinarían por esta fiesta inigualable en el universo. De todas formas, los resultados del informe, estudiado minuciosamente, ratificó lo que supuse y supe.
Boca volvió a ganarle a River. Boca volvió a imponerse a su eterno rival sin merecerlo. Los merecimientos están más allá de la línea de cal y entre el marco de cada extremidad del terreno. En pocas palabras, los merecimientos están en los arcos y cuando la pelota entra ya no hay manera de refutar el hecho de haber sido, en el manejo del balón, mejor que el otro. No vale de nada escudarse detrás del argumentos de que las más claras opciones de quebrar la portería enemiga nos pertenecieron. Los clásicos, como las finales, nacieron para ser ganados. Vos podés jugar un partido de fútbol, podés diagramar inteligentemente un campeonato entero, pero los clásicos, los clásicos deben quedar en tus manos.
Boca ganó uno más, fue horrible lo que se vio de la mayoría del once sobre el césped del “Alberto J. Armando” aunque esta frase enturbia más el presente de River Plate. Es que si River no pudo con éste Boca, entonces la recta final del campeonato se le hará más complicada que escalar el Aconcagua.
Clemente Rodríguez e Insaurralde hicieron todo, TODO, lo posible para que River pudiera quebrar a un Cristian Lucchetti lúcido, con hambre de revancha, con deseos de demostrarle a los hinchas xeneizes que está a la altura de poder ser el #1 de un arco tan difícil como el arco bostero.
Matías Caruzzo merece que siga dándole, un domingo tras otro, la oportunidad del despegue final. Está retenido y no es para menos. Jugando al lado de un zaguero como el ex hombre de Chacarita y Newell´s, que atraviesa una época lamentable de su vida profesional, es lógico que Caruzzo deba andar pensando más en enmendar yerros ajenos que en explotar sus virtudes. El tema, además, es que Caruzzo no solo tiene que soñar con los posibles (y casi seguros) errores de Insaurralde, debe estar atento a cubrir la espalda de una lateral derecho que le cambia jornada tras jornada. Boca no tiene un “4” fiable, se planta ante los experimentos semanales y “al combate”. Dicho sea de paso, déficit del fútbol argentino, la no creación de laterales y centrales de peso real.
Leando Somoza quedó limitado ante la temprana amarilla por no ser conseguir, desde el propio arranque del partido, tomarle el tiempo a Erik Lamela (pibe que tiene que crecer pero con potencial incalculable). Igualmente el flaco se la bancó muy bien el resto del encuentro. Fue capaz, le tiró la chapa de la experiencia al resto y metió hasta el hartazgo.
Pochi Chávez se presentó como irregular. Con la pelota transitando la mitad del campo, bien. Titubeó en los últimos metros. Nico Colazzo tuvo un gran partido, por dos motivos exclusivos: 1- No se dejó comer por el ambiente; 2- Jugó buena parte del Clásico sin la pelota, dejando entrever que al fútbol también se juega sin el balón.
Pablo Mouche quemó etapas, se inclinó definitivamente a ser la compañía, el abastecedor de Martín Palermo y obligó en todo momento. Así y todo lo suyo fue rozando lo bueno hacia abajo, diría.
Román entró a la cancha cuando Boca ya estaba 2 a 0. Sí. Es cierto que fue titular, que arrancó desde el pitazo propio del árbitro. Hasta el segundo gol no había tocado la redonda. Y si hablo del segundo gol… Martín Palermo.
Anotó su décimo octavo contra River Plate (algunos con la camiseta de Estudiantes). Lo de Palermo fue emotivo porque era su último Superclásico, porque anunció que una vez que termine el Clausura abandona la práctica del fútbol profesional, porque se quería retirar campeón con Boca (algo que seguramente NO logrará), porque quería dejar a Boca clasificado a una Copa Libertadores (tampoco será posible), porque sabe, aunque no lo exprese abiertamente, que su nombre está grabado a fuego en la inmortalidad del pueblo boquense. Martín Palermo hace rato que se recibió de ídolo pero el domingo obtuvo su graduación, el domingo le entregaron el diploma tácito con el valor inconmensurable de entender que se codeará con Rattín, Mouzo, Rojitas, Roma, Marzolini, Gatti, tantos, tantos nombres que construyeron la vida del que para mí es el club más grande del mundo. Sí, el más grande de todos, sin dejar de reconocer que para el resto, para el resto les queda la tranquilidad de vislumbrar que realmente son importantes.
Mi domingo fue feliz. Boca quiso que así sea. Mis respetos para los perdedores. Porque los respeto. Serán siempre el enemigo, los veré de reojo y nunca me robarán ni media sonrisa. Asimismo los respeto. Y, realmente, no quiero que pierdan la categoría, que desciendan a la B Nacional. Se que están comprometidos con el promedio, ese que la AFA les creó para ellos hace tiempo atrás y del cual se aferraron fuertemente para no caer en la “vergüenza” de la pérdida de categoría. Yo los quiero ahí, acá arriba, en la A, porque si ellos no están no hay Superclásico y si no tenemos el Clásico, la enorme fiesta del fútbol Mundial, el partido como ningún otro en el globo, los que nos jactamos de profesar la religión Xeneize no lograríamos degustar el sabor de lo que es un triunfo ante River. Julio César Falcioni describió, en tres palabras, lo que sentimos los hinchas de Boca cada vez que los derrotamos a ellos. A buen entendedor, pocas palabras. Quien no supo lo que declaró el DT de Boca, internet es una herramienta útil y sencilla.
Gracias Boca por otra alegría.

Wednesday, May 11, 2011

Barcelona Campeón

(Sin editar)


Qué suerte. Sí, que suerte que Barcelona fue campeón por lo hecho a lo largo de un torneo y no por el último, el pasado, por el enfrentamiento contra Levante, porque la sensación que dejó –para mucha gente y para mí- es que ante los Granotes resultó un entrenamiento más que un juego oficial.
Ni en el sector más oscuro de mi pensamiento se me ocurre creer en un arreglo porque el empate le convenía a los dos aunque los hombres de Luis García Plaza todavía no están, matemáticamente hablando, en condiciones de respirar tranquilos creyendo que la continuidad en la máxima categoría fue asegurada para la siguiente Liga.
Me topé con gente que expresó que Seydou Keita no quiso hacer el gol que hizo y que Gerard Piqué no es capaz de marcar tan mal como para que entre él y Víctor Valdés le hayan permitido a Felipe Caicedo conseguir la paridad, el 1 a 1 con el que deambulamos hasta el pitazo concluyente.
Luego de la goleada del Real Madrid ante Getafe, a los culés les sobraba con un empate. Y salieron a empatar. Increíble pero real. Saltaron al campo del Ciutat de Valencia a igualar, a cuidar, a dosificar los esfuerzos, a darle minutos a algunas piezas pensando en el más allá que es el 28 de mayo cuando en Wembley protagonizarán la final de la Champions League ante Manchester United. Así ganó minutos, por ejemplo, Eric Abidal; así incrementó el milagro de su regreso, de su vuelta al fútbol luego de un tumor que buscó apartarlo, que intentó lastimarlo, que no logró quebrarlo al francés.
Es verdad, el común de los “Anti-Barça” coincide en que gritar campeón jugando como lo hicieron contra Levante, con un fútbol lateral, con un toqueteo insoportable e histérico… jugando al “fulbito”, es tedioso. Como contrapartida los fanáticos blaugranas se ríen y disfrutan de las excusas de otros para minimizar lo irrefutable. Para desmitificar cualquier suspicacia entró en acción Lionel Messi que en dos oportunidades, con maniobras “maradonianas”, acarició el grito, el que se le negó últimamente, el que espera reflotar a fines de mayo en la culminación de la temporada. ¿Quieren hacerme creer que Messi le apuntó al palo? ¿O qué cuando lo trabó Nano y la pelota se perdió cerca del palo izquierdo al corner no quiso convertir?
Este Barcelona mereció ganar el campeonato. Este Barcelona padeció ser dueño de un plantel corto, con innumerable cantidad de lesionados, con la habilidad que partió del cuerpo técnico para gambetear a esos inconvenientes, para encontrar agua en las piedras. Este Barcelona tuvo picos altísimos de fútbol como lo del clásico en Camp Nou y la ya legendaria manita. No deja de sorprender a propios y a extraños –los extraños ya se arrancan los pelos ante lo imposible- lo que hace el Barça en la cancha. Probablemente el rendimiento haya mermado en cierta forma, en un mínimo porcentaje. Suena lógico, es evidente, tiene que ser así. Y pese a que tiene que ser así lo resaltante es que el grupo juega a un altísimo nivel desde hace años y si algo es realmente complicado en el fútbol es permanecer en los cánones de la supremacía. No fue una, ni dos… son tres Ligas consecutivas. Retumba como una frase simple, sencilla, palpable y solo los jugadores saben cuan difícil es.
Uno podrá decirme que no, que ellos ganan millones y millones de euros y que en lo único que tienen que pensar es en hacer bien las cosas, en deberse a su público que es el que da la vida por la camiseta. Es cierto. Aunque el jugador y únicamente el jugador, como ser humano falible, es el que debe ponerle la cara a la adversidad que sopla en contra a diario. La cotidianeidad, el acostumbramiento, lo rutinario, desgasta. Cuando hay hambre no. Cuando hay inteligencia, tampoco. Cuando hay ganas, menos. Y este Barcelona demostró sapiencia y tenacidad y por eso es el mejor, una vez más.
Saltarán los hinchas del Real Madrid, que reprocharán –tal vez con razón- que los suyos hicieron lo mismo y sin embargo quedaron a las puertas de todo, menos de la Copa del Rey que en muy buena ley atraparon. Esa Copa del Rey que hasta uno de los suyos dejó caer y un ómnibus le pasó por encima. Lo del Madrid también fue magnífico, porque Mourinho tenía un piso muy alto que era igualar o mejorar lo de Manuel Pellegrini al frente del Merengue y anduvo cerca. Estuvo cerca en Liga, en Champions lo superó y en el torneo de Su Majestad, ni hablar.
Para lamento de los hinchas del Bernabeu solo uno es campeón y el mejor fue el rival de toda la vida.
Barcelona campeón, Barcelona por tres. Salud al pueblo culé.

Sunday, May 8, 2011

Xavi ¿se da tiempo para la felicidad?


El número 6 del FC Barcelona, uno de los mejores jugadores del mundo de la actualidad, sin ningún lugar a dudas, disparó la siguiente frase: "Tiene mérito ganar
la Liga con el desgaste mental 
provocado por los medios de Madrid".
Fue entonces cuando comencé a pensar que, tal vez, Xavi Hernández no se da tiempo para disfrutar todo lo que debería. Quizá pueda ser porque no está asegurado el título (todavía) de la Liga. Tal vez porque no quiera darse tiempo para el descanso y tenga su mente en el modo de ganar todo, hasta los partidos de entrenamiento. Probablemente porque sea de esas personas que deben retrucar aún sabiendo que el rival ya tiene bastante con los problemas internos.
Me inclino por la tercera y última opción. Aclaremos algo. Desde mi sector, critico a Xavi Hernández como lo que es, un futbolista. Es complicado, seguramente imposible, criticar de forma destructiva al arquitecto del fútbol del Barça. La crítica pasa por lo constructivo. Recuerdo una vez más, el análisis carga sobre el jugador.
Dicho lo anterior, nado sobre la amplitud de opinar tranquilamente sobre la frase vertida ante la prensa partidaria, la cual le da el espacio para que Xavi hable de lo que la prensa partidaria, de la vereda de enfrente, y se explaye sobre un pensamiento que el mediocampista posee.
Está en todo su derecho Xavier Hernández de sentir que existe un mérito extraordinario con la presión que ejerció el periodismo capitalino, pese a que el periodismo no se pone los pantalones cortos y salta al terreno de juego para medirse a los blaugranas. Gracias a Dios, porque el papelón sería inconmensurable.
Xavi está en la libertad de expresar lo que desee. Yo, en la autonomía de exponer que Xavi es un estupendo futbolista, un pésimo declarante. Reitero que me resulta magnífico que Hernández sea propietario de una claridad absoluta de esbozar, con tal seguridad, su pensamiento voraz. Incluso creo que bancaría a Xavi si expusiera frases más tajantes y punzantes que las que emanó la voz de José Mourinho, con tantos colores como los de un arcoíris.
Hay una condición de la que gozan los jugadores de los equipos grandes. A lo largo de la historia hubo innumerable cantidad de actos en los que pudimos notar que ciertos referís se inclinaron hacia los importantes. Barcelona no estuvo exento a ese favoritismo. Barcelona, según millones, el mejor equipo del mundo no precisa de ningún apoyo extrafutbolístico para sumar de a tres unidades y para acopiar títulos de todo tipo.
Recuerdo que Xavi no dijo nada de ese mismo periodismo que se abrió al albedrío de reprobar que el Balón de Oro se lo habían robado a “España” porque se lo dieron a Lionel Messi… que a su vez, esos medios, creen que es un producto del fútbol de aquel país, de su país… que, acto seguido, se jactan de gozar del mejor torneo del planeta… Corto acá porque el efecto dominó me llevaría a un sinfín de ramificaciones, a un delta sombrosos que, lamentablemente, no permite que los tomemos con la seriedad del caso. En pocas palabras, hinchas disfrazados de periodistas que forjan frases incómodas y tendenciosas.
Xavi no es un maleducado, no fue irrespetuoso, no rozó el anacronismo. Se quitó de encima un atosigamiento mental que lo aflojó para lo que llegará en las próximas horas.
Es una misión imposible, prácticamente, escuchar o leer a Xavi hablando de fútbol. Estaría muy bueno recibir sus conceptos porque lo imagino con la capacidad y lucidez de exponer con palabras lo que pinta con sus pies y cabeza.
Si debiese colocarle un puntaje promedio a Xavi, le daría un 8.5 sobre 10 posibles, si de jugar a la pelota se trata. Por las declaraciones que le escucho, la nota bajaría varios escalones. De todas formas, insisto, juzgo desde mi posición de periodista al Xavi que se viste con la número 6 del Barcelona o la 8 de la Selección. Al Xavi Campeón del Mundo. A ese sí lo juzgo.
Al otro escape del motor del Barça que lo enjuicie otro. 

Thursday, May 5, 2011

El único NENE estúpido que conocí

“Palermo es un tronco de higuera”. La frase pertenece a José Francisco Sanfilippo, nacido en Buenos Aires en 1935, ex futbolista de San Lorenzo de Almagro, Boca Juniors y Banfield. El apodo de El Nene le queda enorme. Porque nene, en Argentina y tantos otros países, se les dice a los niños, a los varoncitos, a tiernas criaturitas que encerrados en su inocencia son incapaces de ejecutar la maldad. Este idiota mediático debería ver como todos borramos ese seudónimo y, en todo caso, vernos en la obligación de llamarlo por su apellido si es que tenemos la necesidad de darle algo de difusión a un hombre que desconoce cual es la forma coherente de actuar o criticar desde lo constructivo.
Sanfilippo tiene varios problemas, seguramente, pero uno de los más abominables es que siente que en el fútbol argentino no hubo ni habrá alguien más importante que él. Al no tener trascendencia, al ser moneda corriente del periodismo amarillo, todavía tiene cabida en ciertos espacios de los medios. Pensar que un tipo como Martín Palermo es un tronco de higuera, en referencia a que es un pésimo futbolista, evidencia que de fútbol el señor Sanfilippo no entiende ni un gajo de la pelota.
Seguro que Palermo no tiene la ductilidad de un típico número 10 sudamericano, que puede ser tosco al moverse en ciertos sectores de la cancha. Hasta es cierto que muchas veces le cuesta devolver –redonda- una pelota. Lo que es imposible e inadmisible es que busque destruir a un atacante que anotó más de doscientos goles con la camiseta de uno de los clubes más importantes de América y el mundo.
Hay futbolistas que no se discuten y Palermo es uno de ellos. Una carrera ejemplar, con profesionalismo envidiable, como debería ser en todos los casos.
No es el primer ataque masivo en contra de sus coterráneos por parte de Sanfilippo.
Alguna vez tuvo un fuerte cruce con Sergio Goycochea luego de que la Argentina perdiera el famoso partido contra Colombia, por 5 a 0, en el estadio Monumental correspondiente a la eliminatoria rumbo al Mundial de Estados Unidos 1994. Puso en duda, por entonces, la capacidad técnica y el trabajo de Goyco y el resto del plantel que, por entonces, guiaba Alfio Basile.
El fútbol de Argentina está atravesando un momento complicado. A la escasez de laterales, que desde hace años y años no se “fabrican”, se suma la iliquidez de zagueros solventes. Lo escribo con la mejor intención. No somos propietarios de defensores de elite porque es verdad que hay muchos actuando en Europa pero sabemos que hoy en día al Viejo Continente van muchos y triunfan pocos.
Martín está próximo al retiro dejando su huella en la historia de un país futbolero, generando lo que el 99% de los jugadores no logran, que es ser querido por todas las hinchadas. Y si querido no es el término, por lo menos expresamos que es respetado. Sinceramente, y analizándolo fríamente, es más importante ser respetado que querido… o, en todo caso, una cosa lleva a la otra.
Palermo tiene la grandeza que a Sanfilippo le falta. Y créanme algo. Me genera cierta incomodidad atacar, de la manera que lo estoy ejerciendo, a través de estas letras, a quien es un ícono futbolístico argentino.
Si Sanfilippo tiene alguna discrepancia con Palermo, sería óptimo que lo llame, busque la manera de encontrarse cara a cara con Martín y lo dialogue con él. Su cobardía no le permitirá, siquiera, pensar en esa opción.

Wednesday, May 4, 2011

Ríos y ríos de lágrimas

La canción de Los Fabulosos Cadillacs dice, luego, que forman ríos y ríos de amor. Amor es el que viven los hinchas del Barcelona para con sus jugadores. Fue superior, una vez más, a su acérrimo rival. Barcelona quiso jugar a lo que más sabe, o sea, a hacer lo suyo sin pensar demasiado en lo que el de enfrente, en este caso Real Madrid, le generaría. Digo “el de enfrente” pero no en tono peyorativo. Ocurre que este Barça no mide la camiseta que tiene del otro lado de la mitad de la cancha. Le da igual –al menos a mí me parece eso- enfrentar a Real Madrid que a cualquier otro conjunto. De igual forma, el haberse ganado muy bien el derecho a participar de la final de la próxima Champions League, no implica que no hayan “llorado” de la misma manera que lo hicieron los blancos.
En pocas palabras, las excusas de ambas partes no pasaron por el interior y sí por encontrar en una tercera pata la razón del traspié. Lo hizo Barcelona cuando cayó en la definición de la Copa del Rey, cuestionando mínimos yerros que no incidieron en el marcador final. Lo hizo el Real Madrid hablando de “robo” arbitral luego de cada uno de los clásicos.
Entiendo el enfado por la situación del gol anulado a Gonzalo Higuaín por una inexistente infracción de Cristiano Ronaldo a Javier Mascherano. Ciertamente eso fue un yerro incomprensible e inadmisible para quien se supone es un referí de primer nivel mundial. Claro que uno, lo primero que piensa es, “la historia hubiera sido completamente diferente si ese gol no se anulaba”. Ahora, ¿hay manera de corroborar que hubiésemos vivido un final distinto? Es decir, ¿ese gol anulado a Higuaín era la clasificación del Madrid?
Insisto, le quitaron un gol lícito, una acción que debió haber sido el 0-1. Pasó, ya está. Es parte de la historia.
La solución veloz es la de decir que el referí fue el culpable. Yo digo y pregunto, ¿se dejarán de llorar alguna vez?
Es inadmisible que estos dos clubes, con la inmensidad que tienen a cuestas Barcelona y Real Madrid, estén despotricando contra los arbitrajes. Hoy en el Barça es todo serenidad, producto de la tranquilidad que acarreó el pasaje a Londres, al estadio de Wembley para el partido ante Manchester United del día 28 de mayo.
Si hay dos instituciones que jamás deberían llorar por decisiones de quienes imparten justicia son los más grandes de España. Cuidado, no quiero decir que jamás los hayan damnificado, varias veces les jugaron en contra. En el balance general, fueron más los guiños a favor de ellos que de ajenos.
Da pena que los planteles más importantes, que los que adueñan a los mejores futbolistas, minimicen sus carencias en un tercer ente.
A jugar más y a chillar menos. En el común de los hinchas quedó la sensación de poco fútbol por las innumerables quejas plantadas por Barcelona y Real Madrid tras cada paso dado.

Sunday, May 1, 2011

¿”Tevez” adentro?

Punto aparte. No hay retorno. No existe la vuelta atrás. Para quienes dudaban sobre la presencia de Carlos Alberto Tévez en la próxima Copa América de Argentina 2011 sepan que es más factible descubrir los secretos mejor guardados del gobierno estadounidense (sorry wikileaks) que de verlo al Apache como parte del plantel albiceleste en el torneo de selecciones más antiguo del mundo.
¡Qué utopía! El tantas veces proclamado “jugador del pueblo” no subirá al escenario a actuar para su pueblo. Y no es que él haya decidido esquivar la parada. Es que a Tévez no le perdonan lo que a otros sí. Con Tévez hubo mano dura, extremadamente pesada.
Que desde la Asociación del Fútbol Argentino decidan sancionarlo, castigarlo, apartarlo de la selección, lo comprendo. Qué esté, yo, o no de acuerdo es diferente e indiferente. Si ellos optaron que Tévez no debe estar por equis circunstancia puede resultarme chocante, apenarme. Lo que más asco da, una repugnancia despreciable, es la actitud del seleccionador de Argentina quien creyendo que todos somos inferiores (intelectualmente hablando) a él -y ellos, dirigentes de la AFA-, buscó gambetearnos. ¡Gambetearnos! Justo él que cuando jugador exhibió tener en vano la cintura. Ah, sí. Corría muy bien la cancha. La caminaba de forma excelente, al punto de no precisar acelerar para encontrarlo correctamente ubicado. El Batista futbolista es parte de la historia, de la leyenda del fútbol de Argentina. Como campeón del mundo que es –porque los campeones mundiales jamás dejan de serlo- me duele en el alma ser, como millones y millones de argentinos, uno de los tantos especímenes a los que nos tomó o quiso tomarnos por incrédulos. ¿Cuántas veces se le oyó declarar que para tal o cual amistoso Tévez no era tenido en cuenta pero eso no implicaba que no recibiera un llamado en el futuro? ¿Fueron cinco, seis? Qué más da. Uno de los atacantes con mejor presente alrededor del planeta, respetado hasta por los más acérrimos rivales en la Premier League de Inglaterra, seguramente asistirá la Copa América reposado en un sofá, alentando a sus compañeros, queriendo ver ganar a los suyos, por más que el tándem Grondona-Batista le hayan serruchado la ilusión, el sueño.
Somos grandecitos como para que busquen manipularnos. Rezo por no escuchar una declaración de Batista en la que exprese que Argentina llevará a Copa América lo mejor que tiene. Si Tévez no está ya no logrará un plantel con lo mejor.
Si Batista no fuera el chivo expiatorio de la AFA, si consiguiera realmente evidenciar que hay un mínimo de lucidez, declararía que Tévez no le es de su agrado y ya. Contra las decisiones tácticas, contra los gustos, no hay arma que valga. La subjetividad está del sector del señor Sergio Batista y fue escogido para que desempeñe su plan de trabajo. Inmiscuido en ello tiene la libertad de seleccionar a las piezas de su agrado sin tejer un humo insensato.
No hay listas preliminares, mucho menos oficiales. Sí hay tickets aéreos usados por Sergio Batista para visitar ciudades europeas y participar de reuniones con potenciales componentes del plantel argentino que querrá atrapar la Copa América por primera vez desde 1993. El antecedente inmediato del certamen llevado a cabo en suelo argentino no es bueno para quienes serán locales. En 1987 Uruguay elevó el trofeo.
Dios quiera me equivoque. Ojalá esté precipitándome y desprendiendo frases que queden enterradas.
Uno tiene sangre, desea lo mejor y lo mejor es que la Argentina no se prive de Tévez.
Para el diálogo hay tiempo. Para perdonar también. El errar es humano. Yo no juzgo a Batista, solo critico y ni siquiera de forma destructiva, por el contrario, busco aportar, siempre que no intenten tomarme por idiota.