Sunday, June 26, 2011

Testigo de la historia: descendió River


Tengo treinta y ocho años y crecí envuelvo en una rivalidad contra River. Crecí así por mi condición de Xeneize, de hincha de Boca, que navegó el fanatismo y que, en realidad, siempre me preocupé más por saber que a Boca le fuera bien y no deseando el mal de los de enfrente. Este domingo, en la piel del hincha, no pienso diferente.
Siguiendo con el traje del boquense, me invade una sensación extraña. Como mínimo inaudita. Padezco cierta desazón. River no jugará, al menos por un año, el Clásico contra nosotros. En el fútbol argentino, los bosteros, nos quedamos sin el partido esperado, sin la reunión imperdible, sin ese momento cultural imposible de explicar pero perfectamente entendible si uno posee la posibilidad de ser testigo del mismo.
Voy desde el periodista. River no descendió porque no ganó ningún partido luego de la caída con Boca en este Clausura que acaba de cerrarse. Lo de River viene de hace tiempo. No puedo embaucarme en la encrucijada de dialogar sobre los movimientos dirigenciales porque desconozco la vida del club. Hablo de lo que veo y lo que vengo percibiendo es lo mismo que ustedes. Terminar último en un torneo, la contratación de entrenadores que no lograron sacar a flote a planteles con jugadores profesionales que demostraron no estar a la altura de un grande como River Plate, subestimación a los contrarios, el sobrar las situaciones, la soberbia de creer que con dicho patrimonio alcanzaba. Y River no puede echarse en los laureles del conformismo porque la historia requiere que sea protagonista. En unos meses deberá pensar en ser protagonista de la B Nacional, torneo más difícil que el de la Pimera A.
River es partícipe del fútbol de Argentina donde el sistema del campeonato ayuda a interpretar que es mucho (pero realmente mucho) más fácil salvarse de descender que permanecer en la máxima categoría. Cuando se piensa en los campeonatos como los de Italia, España, Inglaterra, Alemania, Francia, por citar algunos de los más poderosos, saber que si uno tiene un año malo puede significar el pasaporte a actuar en la segunda división en un año. A River el sistema de Argentina le jugó a favor. Le dio tres años de oportunidades a los “Millos”.
Estamos transitando una pesadilla de la cual, probablemente, todos los amantes del fútbol queramos despertarnos. El inconveniente es que, en ocasiones, esas alucinaciones se dan cuando uno está despierto y no vencido por el sueño.
A mí no me surge el NO LO PUEDO CREER. No me nace porque como se venía dando todo era previsible que el descenso de River era factible, palpable… tan tangible que se hizo real.
Realmente es imposible para alguien que no es argentino entender como se vive el descenso de categoría futbolística en mi país. No crean, por favor, que los estoy tomando como limitados, para nada. Es la idiosincrasia, la naturaleza de nuestra manera de vivir. Se juega como se vive. Se vive con furia, se toma al fútbol con furia.
El fútbol es un reflejo de la sociedad y el domingo se ratificó esta hipótesis con los destrozos en el club, en el barrio y alrededores.
En lugar de solicitar la cabeza de Daniel Passarella quien tomó un club vacío, quebrado, desesperado, me encantaría oír la palabra de los técnicos que condujeron tácticamente a los planteles desde que comenzó la debacle. Estoy haciendo referencia a Diego Simeone, a Néstor Gorosito, a Leonardo Astrada, a Àngel Cappa. Que ellos den la cara, que ellos sean los que expongan los “por qué” de este deceso de uno de los clubes más importantes de Argentina y del mundo. Un club que siempre fue ejemplo. Un club que contó con los mejores jugadores de la historia en mi territorio.
River ya está en la B. Empezaremos a desprender temas como si habrá que descontarle puntos a River por los incidentes. Hubo equipos que arrancaron con -20 puntos por acciones menores al descalabro vivido en el Antonio V. Liberti.  ¿Volverán, con el descenso de River, los hinchas visitantes a los estadios de la B y de todo el fútbol de ascenso?
Fue la crónica de una muerte anunciada (con el permiso del señor García Márquez) aunque hace años que River venía jugando peor que la mayoría.
Lógicamente la A los vas a extrañar. La B los espera. Los espera un torneo apasionante que le abrió sus puertas a todos menos a Boca e Independiente (por ahora).

Monday, June 20, 2011

RiVergüenza

De ninguna forma es un desprestigio tener que afrontar la Promoción. Contrariamente a la sensación que viven los equipos de la “A”, imaginar y verse ante la obligación de luchar por la permanencia en la máxima categoría del fútbol de Argentina tiene que ser un incentivo. Un aliciente para creer que es posible escapar del descenso de categoría y de que sea el trampolín para un “nunca más”.
Obviamente que surgen los fantasmas, las inseguridades, los titubeos. No es sencillo convivir con la sensación de que, probablemente, la temporada venidera River no deba actuar –mayormente- los domingos; que sus adversarios ya no sean Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, Vélez, Estudiantes, Lanús, etcétera. Este River está muy cercano al abismo. Un abismo que (insisto en esto) no es el caer en una categoría menor. Ese precipicio en el que está por hundirse River Plate es el del deterioro institucional y, como consecuencia, el futbolístico.
Por historia, River Plate ha sabido tener a los mejores jugadores del fútbol argentino. Eso es parte de la vida del club; algo reciente y añejo al mismo tiempo.
Es simple culpar a Daniel Passarella hoy cuando fueron los socios los que votaron la gestión anterior a la del Kaiser; no en una, sino en dos ocasiones. Fueron esos mismos socios de River los que apoyaron sesiones ridículas (de la cual ellos se quejaron) como las de Dávicce y Pintado. Ocurre en el ciento por ciento de los casos, que los buenos resultados deportivos tapan los huecos más transcendentales. Y si bien me refiero a cuestiones de público conocimiento en el ámbito “Millonario”, podemos demostrar un ejemplo simple que surgió desde el mismísimo campo de juego. Cuando arrancó el torneo Clausura 2011, River lo hizo con la fortuna acodada a su andar. Los resultados no le daban la espalda. Pero River jugaba, decididamente, mal. River desplegó un fútbol de bajísimo nivel a lo largo de 19 jornadas. ¿Se puede esperar más de este plantel? No. Claro que no. Respeto a Matías Almeyda por varios motivos, por sobre todas las cosas por su amor a River. Ya ni me sumerjo en pensar que es un tipo profesional, que sufre como ningún otro el presente del equipo del cual es hincha.
La aparición de Erik Lamela es un dato positivo que perdió fuerzas a partir de que intuyeron que su fútbol tendría el potencial de cargar al resto del plantel cuando lo normal es que el niño crezca rodeado de experimentados y él aportar su granito dentro de un grupo consolidado. River no está consolidado, es un rompecabezas desde hace tiempo. River hizo que Lamela creciera de golpe y a los golpes. River, probablemente, venda a Lamela ante la necesidad económica que atraviesa.
Apuesto al impulso de expresar que no voy a poner en tela de juicio el profesionalismo de los otros del grupo conducido por J.J López.
Hablando del DT, ¿queda claro que no está en condiciones de ser el técnico de River? Creyeron, por Núñez, que haber puesto a López a dirigir a River por primera vez justo en un Superclásico y que hayan ganado ese partido ante Boca Juniors, era un impulso suficiente para soñar con un porvenir fructífero. Error, yerro, equivocación, pifia. A Passarella hay que reconocerle que hizo algo poco común en el fútbol de hoy en día, haber mantenido el proceso de un entrenador y haberlo defendido a capa y espada.
River no tiene el sello del equipo ganador. Está bajo el tormento de un ambiente derrotista.
El enorme Amadeo Carrizo, voz autorizada si las hay, cargó las tintas sobre los jugadores y no optó por enfrascar a la dirigencia en la oxidación contemporánea. Son los futbolistas los que deciden y resuelven dentro de los límites del terreno. Vamos a dar el puntapié a la historia del huevo y la gallina (sin segundos pensamientos ni lecturas entrelíneas) aunque suene realmente irónico.
El miércoles en el Gigante del Barrio Alberdi, River comenzará a defender su posición. Belgrano de Córdoba estará del otro lado de la línea que separa el terreno a la mitad.
El más ganador de torneos locales en Argentina podría verse en la desavenencia de bajar.
Un cúmulo de situaciones llevaron a River a donde está hoy. Y aunque la AFA no quiera, podría llegar a ocurrir lo impensado.
Cierro con el título. Vergüenza es ver a River ahí. Vergüenza es que un ejemplo del fútbol del mundo esté en la baldosa en la que se posa. Vergüenza es que un club como River cosecha lo sembrado por incapaces que, por estas horas, en lugar de dar la cara, esconden sus cabezas como avestruces. 

Friday, June 17, 2011

Lamentable tratamiento a Diego Forlán

Espero que la ruptura Forlán-Nara no genere ningún tipo de piquete en Argentina. Es que la palabra piquete se ha transformado en sinónimo de TODO. Por cualquier malestar (e incluso bienestar) en mi país se realiza el corte de alguna ruta, calle, vía. Se lleva a cabo un delito grave y la gente que debe hacer valer las leyes no ve. Ciertamente no es que no lo ven, esquivan la situación y concluyen fomentando la prohibición de la libertad de tránsito.
El piquete es una infracción. No sigo adelante con el tema del piquete porque voy a engranarme y así zambullirme en una rosca inexpugnable.
Más de una vez he dicho que no cargo la bandera de hacer periodismo de periodistas y hasta entiendo el “juego” de los programas de la prensa de espectáculos. Sinceramente lo entiendo hasta compartirlo en la mayoría de los casos. Existen temas en los cuales hay que reflexionar, ejercer un análisis no tan liviano y saber hasta donde vale o no esbozar opiniones.
La separación de Forlán con quien hasta hace pocos días era su prometida, despertó una guerra entre colegas de cada costa del Río de la Plata.
Hay dos sensaciones que ratifican mi pensamiento. Desde Uruguay, el periodismo maneja con altura el tema. Desde Argentina con una bajeza que no extraña. A Forlán lo trataron de homosexual (como si fuese un delito serlo ¿?), de poco hombre, de impresentable, de La Rubia… hasta de forro. Hubo un “muñeco” (no le da, siquiera, para personaje) que pertenece al programa conducido por Viviana Canosa, y del cual gracias a Dios desconozco su nombre, que dijo que si Forlán había hecho tal o cual cosa, era un forro. ¿Quién demonios es ese pseudo-periodista para expresarse así de un tipo al que no conoce en profundidad?
Oí, leí, padecí locuras tales como “Zaira dejó su carrera por seguirlo…”; ¿Qué carrera? ¿Haber sido presentadora de un programita de TV es una carrera? ¿Tener la fortuna de poseer un cuerpo hermoso, un rostro impactante y una sonrisa que derrite es asegurarse una carrera?
Que quede algo claro. No tengo nada en contra de la niña y, ojalá, realmente se haga un camino profesional. Que pueda vivir años de su físico e intelecto. Tampoco soy abogado defensor de Forlán ni me interesa serlo. Ocurre que me lastima cuando se castiga desde todos los “wines” a personas con las que no mantuvieron el mínimo contacto.
Sería magnífico que se hiciera pública la declaración a un programa radial de Uruguay de un futbolista como Fabián O´Neill. El Mago salió al aire y le consultaron sobre la situación de Forlán. Palabras más, palabras menos, el de Paso de los Toros dijo que él no es amigo de Forlán ni jamás lo será. Que Forlán es fino, educado, tiene una preparación que él no tuvo. Que Diego no es del grupo de los “pibes” que se juntan a tomar vino. Que Diego es un profesional con todas las letras y que Diego siempre está dispuesto a ayudar a los que lo necesitan. Entonces, es lógico que Diego Forlán no fuese integrante del grupo de O´Neill pero Fabián especificó que pone las manos en el fuego por el actual delantero del Atlético de Madrid.
En casos como el de Forlán-Nara uno cae, inconscientemente, en la generalización pero no todos los programas actúan bajo los mismos parámetros. El desconocimiento de muchos los deja en evidencia.
Nosotros, los que trabajamos en el deporte, no nos mezclamos con la vida personal de cada uno de los protagonistas. Se comentan cosas, claro que sí, pero lejos del micrófono. Cuando la luz se enciende y vamos al aire, uno juzga o no el accionar del futbolista a partir de que realiza su trabajo, a partir de hacer lo que sabe, es decir su tarea profesional. Con la mejor intención siempre se habla para criticar constructivamente y no dejando de lado la ética, no olvidándonos de que ante todo hay un ser humano y por el mero hecho de serlo le debemos respeto.
Ustedes nunca leerán ni escucharán de mi parte alguna especificación de cualquier deportista más allá de lo que tenga que ver con su labor. Si me explayo es porque mi trabajo así lo requiere. Informo, opino, debato… jamás fuera del círculo que comprendo.
Si Forlán no se casó, tendrá sus motivos. Si Zaira lloró, también los poseerá.
Se aproxima Copa América, se jugará en Argentina y espero que el hincha del fútbol no se mimetice con el desempeño de una fracción del mal llamado periodismo. Porque lo que se vio no fue un movimiento de prensa, fue un ataque indiscriminado contra una persona que no merece ser objetivo de los agravios recibidos.
¿Estaremos en presencia de un caso Botnia II? ¿Qué exagero? ¿Están seguros? Miren que en Argentina, mi país, lo más ridículo es moneda corriente.                                                           

Wednesday, June 15, 2011

Por un PALERMO de Selección

El pasado fin de semana La Bombonera despidió a su ídolo. Martín Palermo le dijo CHAU a los hinchas de Boca en su casa, en el sitio donde anotó tantos y tantos goles, de facturas increíbles, goles “a lo Palermo”. Digo esto porque ningún otro futbolista tiene la capacidad (al menos por lo que veo) de conseguir, hoy en día, lo que ha hecho Martín.
Hay situaciones imposibles para los humanos normales, no para los que van más allá de la lógica. Y una de esas situaciones paranormales es ser respetado por el resto de las parcialidades. El Titán llegó hasta ahí, a formar parte de un exclusivísimo club. Creo que al otro jugador, que pasó por Boca, que han considerado los fanáticos diferentes a los Xeneizes –de los que he visto- ha sido Carlos Fernando Navarro Montoya.
Argentina, previo al arranque de la Copa América, jugará un amistoso contra Albania. Sí, leyeron bien, contra ALBANIA… Merecen estar lejos de cualquier ironía pero la realidad es que la Argentina está sumando un nuevo granito de arena a la pérdida de prestigio de la cual vengo hablando hace rato.
Llevarlo a Palermo para que actúe un rato y así pueda cerrar de la manera que merece su carrera, sería un gesto elogioso para el grupo que comanda Sergio Batista. Además, seamos sinceros, y perdón por la insistencia, pero es Albania y no por los “porotos”. Un amistoso, un partidito tan liviano frente a un adversario frágil como para pensar en dos temas de manera inmediata; por un lado tener amplias probabilidades de ganar y así encaminar con la mente en alto el último tramo antes del pitazo inicial de Copa América; por otro, con el tinte de amistoso armado para que la gente vaya tomando temperatura, con tipos como Lio Messi, Carlos Tévez y el resto de jugadores que admiran a Palermo también, saludarían desde adentro a un tipo que es ejemplo para cualquier profesional.
En conferencia de prensa Batista explicó que se le cruzó convocar a Palermo aunque como siempre (siempre) se maneja con una cautela innecesaria, lanzando palabras que luego se esfuman en la mayoría de los casos. Ante la prensa expuso una arista, la realidad es distinta. Batista filtró que no va a citar a Palermo ni siquiera para que actúe cinco minutos y dé el adiós para ponerle un broche de oro a su vida con la pelota en los pies o cabeceándola.
Como jamás se rindió, tampoco lo hará en esto. Martín, seguramente, perseverará en la lucha para, aunque sea desde una butaca, pueda presenciar el partido y así recibir la ovación de la gente, del hincha argentino, del fanático que lo amó y de aquel que, de haber tenido la opción de elegir, hubiera preferido nunca tenerlo como rival.  

Tuesday, June 14, 2011

Ho visto Palermo

En las próximas horas, en Argentina, saltará a la luz un programa especial sobre Martín Palermo, sobre el goleador, sobre el Loco, sobre el “Optimista del gol”, como un día definió Carlos Bianchi a este grandote de pasos toscos pero con una habilidad única para llenar los arcos rivales de anotaciones y cargar a los adversarios de frustraciones.
El programa se llamará “Yo vi a Palermo” y, partiendo de esa base, me permito parafrasear con la canción que los tifosi del Napoli inventaron a Diego Armando Maradona, su genio, su figura, su Dios.
Yo vi a Palermo. Lo disfruté, defendí, enaltecí, adoré, idolatré… yo lo admiré, lo admiro y lo admiraré.
Lo degradaron a las descripciones de madera, burro, perro, patadura, tronco, inmóvil. Jajajaja. Eso me genera. Sí, claro, risas. Luego de diecinueve años y con más de trescientos goles en su haber, ¿cómo es posible que a varios se les cruce por la mente pisotear a un atacante de tal estirpe?
El tipo fue consciente de sus limitaciones desde los primeros pasos. Trabajó más que los otros para superarse siempre. Comenzó en el fútbol calzándose guantes y, de haber perseverado en aquella cuestión, seguramente hubiera triunfado igual. Probablemente no habría alcanzado los matices que sí transita en el presente. Quizá hubiese sido uno más aunque es difícil creerlo a sabiendas de tu temple, de su empuje, de su tozudez y de su hambre por la autosuperación.
La de Martín fue una vida (profesional) de película. Realmente lo fue. Si con solo repasar algunas curiosidades uno advierte que no hay forma de refutar al Titán.
Ante Platense, por el torneo Clausura 1999, se resbaló a la hora de ejecutar un penal, dándole al balón con las dos piernas al mismo tiempo, como si fuese un muñequito de metegol, futbolito, o el nombre que quieran otorgarle al entretenimiento añejo.
El centésimo gol lo padeció Colón de Santa Fé, en el Cementerio de los Elefantes, donde este fue el único gigante al cual no lograron enterrar los Sabaleros en su recinto. No fue un tanto más y no solo por cargar con el impacto que genera el 100. Fue diferente porque empujó la pelota de pierna izquierda, la que desde hacía minutos lo invitó a renguear porque en una acción desafortunada se había roto los ligamentos cruzados de su rodilla.
Alejado de los campos por siete meses volvió… y apareció ante River, en choque por cuartos de final de la Copa Libertadores de 2000. Fue el famoso “gol con muletas” sobre el arco que da al Riachuelo. El grito, la celebración, el abrazo y las lágrimas con el doctor Araguas, quien estuvo a su lado durante la mayor cantidad de horas de los días.
En marzo de 2007, contra Gimnasia y Esgrima La Plata, Martín convirtió, por primera vez en su carrera, cuatro en un mismo encuentro. En esa misma semana lo castigó con tres a Estudiantes, su ex equipo –del cual es hincha- y acérrimo rival del Lobo, totalizando siete goles en siete días, récord en el fútbol de Argentina.
Llegó a ser elegido, por la FIFA, como el mejor cabeceador del mundo y en ese mismo 2008 volvió a romperse los ligamentos de la rodilla izquierda.
Es el máximo goleador de la historia de Boca, el dueño del registro con mayor cantidad de dianas en torneos cortos, con 20, lo que habla de una media superior a uno por juego. Hirió a River Plate en varias ocasiones, como lo comenté anteriormente, pero también en los polos: su primer y su último clásico. Jamás le faltó el respeto a los Millonarios aún calzando la camiseta bostera de su Boca. Y digo de su Boca porque es cierto que Martín es Pincha de alma, pero es de Boca de corazón. Contra el corazón, el alma no puede.
Vi a Palermo… lo vi errando tres penales en una Copa América, en Paraguay, pero también lo vi con la camiseta de la Selección de Argentina abriéndole las puertas del Mundial del Sudáfrica con el gol a Perú. Lo vi haciendo lo que nada más y nada menos Lionel Messi no pudo, un gol en el Mundial de 2010.
Lo vi emocionado, disfrutando su último partido en la cancha de Boca, abrazando desde su voz a cada uno de los boqueases y al resto de los fanáticos argentinos. Porque Palermo está más allá de una camiseta. Martín Palermo nació, desde hace unos días, en forma de leyenda.

Friday, June 10, 2011

Clembuterol veloz


La mastiqué. La soporté y me la guardé. Y la seguiré teniendo en mi cofre más seguro e íntimo. Hablo de la bronca. En realidad debería expresar que es impotencia. Es que se me rieron en la cara, infinidad de veces, por lo ajeno. No me lavo las manos ni me deslindo de él, porque me creo capaz y consciente de  que voy a defenderlo a capa y espada. A él le dieron, le dieron, se le rieron y lo pisotearon a más no poder.
Lo que puedo asegurar es que, a quien escupe para arriba, le cae. Y cayó. De una forma fea, grupal. Porque no le tocó a uno el papelón. El ridículo fue generalizado. ¿De qué van a disfrazarse ahora? Será tiempo, para muchos, de desenterrar los trajes de charro y sus sombreros. A quienes atacaron a él, ahora tendrán que ponerle la mejilla a las bofetadas. Y lo peor que le pueden hacer a un ser humano: obligarlo a cerrar la boca, a callarse, a masticar y digerir las palabras.
A no malinterpretar creyendo que me rio de la desgracia de los otros. Me da lástima, bronca, pena, enojo.  Me entristece por los jugadores, por Ochoa, el Maza, Dueñas, Sinha y el Hobbit. Realmente lo siento por ellos porque fueron solo un puñado que, por sorteo, por suerte (debería escribir mala suerte), se encontraron como elegidos de un control que, ciertamente, valoro y comparto.  No estoy en contra de los exámenes antidopaje porque un resultado negativo en uno puede tirar por la borda el trabajo del plantel. Veo correcto que se realicen y que a los profesionales se los someta a normas estrictas, a cumplir –simplemente- con parte de su labor que es mantenerse en óptimas condiciones físicas y en plenitud para la alta competencia.
Existe un problema y es que se apuntó a un quinteto que no es el responsable de haber consumido el alimento que le dieron. Un alimento que cargaba con una sustancia prohibida. Los futbolistas comieron carne contaminada con un elemento que, en los animales, se utiliza para incrementarles la masa muscular.
A los cinco mencionados anteriormente se los ubicó debajo de una lupa, en un sitio donde no deberían haber estado jamás.
Acá, en este caso de dóping penta-angular, la culpa debe caerles a los dirigentes. Se lavan las manos opinando de esto, de aquello, de lo otro… y a los jugadores, finalmente, los tratan como delincuentes.  Convengamos que cuando surge el término dóping con lo primero que se lo relaciona es con la droga. Ahí, el público es el que no tiene reparo a la hora de las concesiones ideológicas, de pensar lo que quiera, lo que se le ocurre, emparentando al drogadicto con la delincuencia. Mal, erróneo, utópico.
Número uno; estos futbolistas no se drogaron solo son protagonistas de un hecho desgraciado.
Número dos; en el hipotético caso de que alguno de ellos quiera utilizar una droga social, mientras no perjudique a terceros, ¿cuál es el problema?
Cada cual es libre de hacer con su organismo lo que quiera y nosotros no debemos juzgar a un prójimo. En tal caso, si consideramos que no ejerce un movimiento inteligente, deberíamos tenerle una mano… o las dos.
La negligencia de este dóping colectivo es de Justino Compeán, Decio DeMaría y, de ahí, para abajo, hacia la raíz del árbol.
Pusieron sus rostros ante la prensa al verse encerrados ante la imposibilidad de esconder los “restos” debajo de la alfombra.
La medida inicial fue la de cesar a la empresa proveedora de carne al Centro de Alto Rendimiento Deportivo. Así de rápido, como quien toma una hoja de papel, la estruja y la tira dentro del bote de basuras.
En la primera ronda de la Copa Oro, donde se encuentra participando México, no hay controles antidóping, es por eso que hablé de los exámenes rutinarios previos a la competencia.
Lo que no está claro desde la dirigencia, es parte del mensaje. Evidentemente no todos los futbolistas fueron examinados porque, de lo contrario, más de cinco deberían haber estado en esta situación.
Cuidado y a no creer que no se los va a sancionar porque de ser encontrados culpables (cosa que espero no sea así) chocarían con una sanción que puede ir de un día de suspensión a dos años.
Desgraciadamente otra vez paga el jugador. Al control habría que llevar no solo a los futbolistas, ¿cierto?

Tuesday, June 7, 2011

7 de Junio, DÍA DEL PERIODISTA (en Argentina)

Me costó, puedo asegurarlo. Lo encontré finalmente. El camino hacia el futuro, hacia el crecimiento personal, me hizo pasar por el deseo de estudiar economía en un viaje de cuatro años hasta que descubrí que lo mío pasaba  por la comunicación. Quería ser comunicador. Lo mío era el periodismo.
Dicen que somos el cuarto poder. Se dice que podemos tener influencia en todo. Se dice de todo sobre el periodismo. Se lo enaltece y se lo denigra. Se lo ama y se lo odia. Se lo busca y se lo esquiva. Siempre hay un periodista ahí.
Cuando me preguntan si me gusta mi profesión, siempre respondo lo mismo. Yo estoy enamorado de mi profesión. He recibido regalos impensados por ser periodista, regalos transformados en notas, en micrófonos –mano a mano o en ruedas de prensa-, presentes únicos que pasaron por todas las aristas. Estuve cerca de personajes que jamás hubiera creído estaban al alcance de uno.
Es un día especial para mis colegas y para mí porque el 7 de junio en Argentina es el DÍA DEL PERIODISTA.
Dios quiera que la ética, Leitmotiv de mi núcleo periodístico, jamás me abandone y así ser siempre una persona y un periodista de bien.
Saludos a todos los colegas en nuestro día. 

Thursday, June 2, 2011

Prestigio se busca

Empezar otra vez. Borrón y cuenta nueva. Comenzar a escribir la historia, o un capítulo distinto mirando en el espejo los recuerdos de algún tiempo en el que las cosas se hacían bien –o más o menos bien- y, unidas a la producción de futbolistas de nivel, como consecuencia, permitía a la Selección de Argentina llegar a pelear por títulos.
Vivimos del recuerdo y de las alegrías añejas, que afloraron pero han perecido. De sonrisas generadas por imágenes de hombres que en la actualidad se desempeñan en cargos distintos ya que sus eras post-fútbol los transformaron en dirigentes, entrenadores, representantes o transitan la vida en actividades diferentes al deporte.
La Argentina viene de mazazo tras mazazo. De caer en finales de Copa América, de quedar fuera de mundiales; justamente. La Argentina viene de no ratificar lo que se cree del combinado albiceleste previo al inicio de un torneo. Se piensa que Argentina es candidata, que será protagonista. Ocurre que hay que medir los parámetros de la subjetividad para ver qué es lo que significa ser protagonista. Probablemente para algunos de ustedes, que Argentina llegue a los cuartos de final o semifinales de un campeonato, está bien, está dentro de la lógica. Desde mi perspectiva, el no ser campeón es fracaso. Lo es para una selección que supo alzar la Copa del Mundo en dos ocasiones. Hablo de parcialidad de parámetros en cuanto a la postura en la que me poso porque cuando se atrapa el objetivo de mostrarse al universo como el rey, es imposible concebir un ápice menor. Y la Argentina lo hizo dos veces en el nivel superior y varias más en categorías menores.
Argentina jugó un partido amistoso contra Nigeria el día 1 de junio de este 2011. Lo hizo de visitante, lo cual es un dato realmente menor pero netamente informativo. Lo hizo para cumplir con compromisos que se pactaron hace tiempo y por el cual ingresa una interesantísima suma de dinero a la cuenta bancaria de la AFA.
Argentina presentó una selección Sub25. Es la primera vez en mi vida que escucho el término “Sub25”. Un Sub25 significa de hombres menores al cuarto de siglo de existencia. Entonces estamos en presencia de tipos hechos, medianamente realizados, con un recorrido que les ha abierto las puertas de un llamado. Un llamado que actualmente puede recaer sobre el apellido más inesperado. De eso me ocuparé algunas líneas más adelante.
Volviendo a la Sub 25, no hablo de una nueva categorización, hago referencia a una versión “B” de la selección principal. Pensándolo bien, ni siquiera debería animarme a exponer que era un equipo alternativo al titular. En todo caso la opción al mejor once que podemos formar sería compuesta por los suplentes de aquel de los titulares.
Argentina perdió contra Nigeria y hasta ahí no hay que hacer explotar ninguna alarma porque una derrota está dentro de las tres opciones del resultado de un partido de fútbol. Invencibles no fuimos jamás y tampoco lo seremos nunca. Lo que realmente es inevitable  es esquivar el 4 a 1 final; la goleada, el vapuleo, la humillación.
Los jugadores no son culpables del resultado del amistoso. Quienes saltaron al terreno están lejos de merecer alguna responsabilidad. Se debe juzgar la maniobra errónea de Batista. Ese mismo Batista que se vio enroscado en un ida y vuelta con tintes circenses entre él y Carlos Tévez. Ese Batista que armó un plantel que habrá tenido dos entrenamientos. Ese Batista que declara con bipolaridad, que genera confusión y que se llena la boca diciendo que pretende que su escuadra practique un fútbol similar al del Barcelona. Habrá que avisarle, al señor Batista, que el primer paso para asimilar el desempeño de los culés es asegurarse la tenencia del balón, monopolizar el dominio de la pelota, cambiar de ritmo y ser punzante. La Argentina que chocó contra Nigeria no exhibió nada de todo lo anterior. No tuvo el balón, no hilvanó maniobras, no fue profunda. Y chocó contra Las Águilas.
Les prometí, anteriormente, que dedicaría un espacio sobre el llamado a algunos componentes que no tienen nivel de selección pero que hoy sí consiguen un lugarcito. Veo que cada vez se simplifica más y más el camino rumbo a una citación al combinado nacional. Que con poco alcanza. Entonces me armo de una pregunta que no puedo responderme: ¿será que no formamos jugadores de buen nivel? La selección abandonó el barco de los elegidos, ya no es esa isla exclusiva de los diferentes.
A Batista le doy la derecha en algo. Declara con firmeza que apunta al Mundial, a Brasil 2014. Lo que haya en medio es secundario. En un punto sí, es así. También creo que Argentina deberá ir a recuperar el cielo nada más y nada menos que en Brasil, el hogar del más ganador, de los mejores de la historia. Materia difícil si las hay.
Igualmente no miraría de costado la Copa América. Soy consciente de que Batista tampoco la está observando displicentemente. Está obligado a ganarla porque será local, porque tendrá el apoyo de la gente, porque es un puntapié inicial para la resurrección desde un silencio de casi dos décadas. Si es campeón volverá, la Argentina, a la cúspide de Sudamérica tras el back to back de 1991 en Chile y de 1993 en Ecuador.
El fútbol argentino danza en la irregularidad, en la desprolijidad, en la merma cada vez más notoria.
Tienen que ponerle un freno a esta caída incesante y el camino no es soñar con la magia del mejor del mundo, de Lionel Messi.
Es fundamental el trabajo y tener hambre de gloria… que los que creen ser íconos se planten como caudillos. De no aferrarse a esto, nada cambiará… solo empeorará.