Monday, November 6, 2017

LLORAR NO CALMA EL DOLOR

Siempre hay que buscar una excusa. Ese parece ser el camino en el ambiente del fútbol de Argentina. En realidad a River le toca hoy. La obligación debe ser encontrar la exacta evasiva para creer que el alma se alivia y aleja los malestares. Una lamentable costumbre de la  mayoría de las personas de estas latitudes sin importar su profesión.
Durante la conferencia de prensa previa al superclásico número 200 de la historia, y luego de la eliminación de los de Núñez en la Copa Libertadores a manos de Lanús, Marcelo Gallardo echó culpas a la tecnología y a que siete árbitros no supieron utilizar la nueva herramienta del fútbol, cuando debió hacer foco en la cantidad de goles recibidos en un pequeño segmento de minutos. Igualmente en un país donde los patos son los que les disparan a las escopetas, era previsible que esto ocurriera.
Al igual que después del partido contra el Granate, y cuando se sabía que el River 1 vs. Boca 2 del 5 de noviembre de 2017 ya se había colocado en la tabla de la estadística de resultados, el entrenador del Millonario apareció ante los medios e insistió en que a River lo perjudicaron. Chicaneó con que en esta oportunidad pifió un referí y como se dio el espacio para reconocer que lo de Néstor Pitana fue un espanto para los dos lados, decidió buscar el atajo a lo lamentable: sacar pecho por haber quedado fuera de la Copa Libertadores porque River sí la jugó y “no como otros que se conforman solo con el torneo local”.
Gallardo debió agradecer, en su intimidad, a este Boca errático que no fue capaz de concretar la mayoría de las oportunidades que tuvo porque, de haber sido así, hoy hablábamos de un resultado catastrófico en contra del local. Quizá un resultado que ni el propio Gallardo, del que se jacta la mayoría de la tribuna riverplatense es el mejor entrenador de la historia de su club, podría haber resistido.
¡Ay Gallardo! Esas expresiones no son dignas de la cabeza del plantel profesional del que es uno de los equipos más grandes del mundo. A veces es tan simple como reconocer la derrota y pensar en que mañana será otro día y habrá que comenzar en trabajar para revertir el presente.
Me gustaría saber la verdadera opinión de Gallardo sobre la expulsión de Edwin Cardona. Allí Pitana compensó la roja de Nacho Fernández dando lugar a las quejas de Enzo Pérez una vez concluida la primera etapa. Pitana cobró algo que no existió. Del offside que sancionaron contra Nahitan Nández, no, ya que es una mala determinación arbitral como tantas otras. Como, por ejemplo, la que terminó con el gol anulado a Ignacio Scocco tras el pase de Carlos Auzqui. Detalles menores de un árbitro que perjudicó, notoriamente, a Boca Juniors.
Para cerrar con los lamentos de Gallardo, increpó al referí (insisto, ese referí que ayudó a River, tal vez sin quererlo pero lo ayudó) diciéndole que no puede faltarle el respeto a un jugador llamándolo de “pendejo”. Allí tiene razón Gallardo pero a niveles tan grandes como la verdad de quienes sabemos y lo hemos visto insultar a un referí, con los agravios más ofensivos que se pueden esbozar, por una equivocación y de esas que hay miles cada año.
Llega fin de año, a Gallardo todavía le queda la posibilidad de ganar la Copa Argentina en la que River es el claro favorito y puede tomarse revancha de todo lo que está viviendo en estas horas. Tendría, el “muñeco”, que pensar en lo que viene porque lo que pasó ya es historia. Una historia que dice que Boca volvió a ganarle a él y a River en su propia casa.


Monday, July 17, 2017

Chuck Blazer, seguro, descansa en paz

Pensando en el título que yo mismo le coloqué a este blog, habrá que ver, realmente, si eso es lo que deliberó, imaginó, idealizó o no aquel hombre. Luego entrarán a actuar las creencias religiosas de cada uno. Más allá de cualquier dogma estamos seguros es de que nuestras vidas en algún momentos se apagarán. Y, aún creyéndose intocable (seguramente), Chuck Blazer no fue la excepción a esta sentencia de la humanidad.
Este perverso personaje, que murió el 12 de este mes de julio producto de un cáncer colorrectal, fue el informante del FBI en el famoso caso conocido como el “FIFA-Gate”.
En 2001 me instalé en Miami y realicé, junto a un colega, un programa sobre la Copa Oro. Transcurrieron un par de semanas desde que había aterrizado en “La Capital de Latinoamérica” y no conocía a ningún directivo de la CONCACAF. En la conferencia de prensa previa al inicio del torneo se cruzó, delante de mí, un hombre con un aspecto que me llamó a la atención. Estaba desarreglado para la ocasión. Pensé, siendo amante de las historias de mafia, que su perfil encajaba perfecto para algún personaje que puedo haber ensalzado en mi mente. Entendí que estaba dejándome llevar por un prejuicio y hasta ahí llegué. Hoy, repasando aquello que viví hace dieciséis años, comprendo que tan equivocado no estaba. No por eso tengo poderes especiales, solo que mi suspicacia estaba alineada con la realidad.
Blazer fue el buche, el que logró que detuvieran a varias personas con las que en alguna oportunidad negoció. Blazer debió regresar 1.9 millones de dólares pero, ¿creen que fue todo el dinero que recibió producto de coimas? Blazer se fue de este planeta con un estatus criminal que lo sentenció culpable. Blazer, que perteneció a la FIFA, fue suspendido de por vida para desempeñar cualquier tarea para dicho organismo. Blazer mandó preso a Jack Warner, a quién él mismo convenció para que se presentara como candidato a la presidencia de CONCACAF muchos años atrás, algo que el trinitense alcanzó. Podría seguir. ¿Tiene sentido? Lo que hizo Blazer habla de lo que él era. Las ratas hacen eso. Los despreciables se desenvuelven así. Estaba podrido por fuera y también por dentro.
Un cáncer, como comenté, terminó con él a los 72 años de edad. Podría haber perdido la vida por los problemas que parecía en una arteria coronaria o por la diabetes.
Estoy convencido de que Blazer descansa en paz porque a los inescrupulosos, a los siniestros personajes, les pasa eso. Aún habiendo hecho bastante por el fútbol de Estados Unidos, fue un pésimo dirigente. ¿O los objetivos se logran a base de logros colaterales?
Ah, y también tengo una teoría y muchos expresarán que yo soy el cruel. Creo que, consciente de que su enfermedad acabaría con todo, se entregó porque presumía el final y no por estar arrepentido ni por el bien del deporte.
No sé si me pone feliz que alguien así muera, pero soy coherente conmigo mismo y siento tranquilidad de que ya no esté entre nosotros.