Monday, June 20, 2011

RiVergüenza

De ninguna forma es un desprestigio tener que afrontar la Promoción. Contrariamente a la sensación que viven los equipos de la “A”, imaginar y verse ante la obligación de luchar por la permanencia en la máxima categoría del fútbol de Argentina tiene que ser un incentivo. Un aliciente para creer que es posible escapar del descenso de categoría y de que sea el trampolín para un “nunca más”.
Obviamente que surgen los fantasmas, las inseguridades, los titubeos. No es sencillo convivir con la sensación de que, probablemente, la temporada venidera River no deba actuar –mayormente- los domingos; que sus adversarios ya no sean Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, Vélez, Estudiantes, Lanús, etcétera. Este River está muy cercano al abismo. Un abismo que (insisto en esto) no es el caer en una categoría menor. Ese precipicio en el que está por hundirse River Plate es el del deterioro institucional y, como consecuencia, el futbolístico.
Por historia, River Plate ha sabido tener a los mejores jugadores del fútbol argentino. Eso es parte de la vida del club; algo reciente y añejo al mismo tiempo.
Es simple culpar a Daniel Passarella hoy cuando fueron los socios los que votaron la gestión anterior a la del Kaiser; no en una, sino en dos ocasiones. Fueron esos mismos socios de River los que apoyaron sesiones ridículas (de la cual ellos se quejaron) como las de Dávicce y Pintado. Ocurre en el ciento por ciento de los casos, que los buenos resultados deportivos tapan los huecos más transcendentales. Y si bien me refiero a cuestiones de público conocimiento en el ámbito “Millonario”, podemos demostrar un ejemplo simple que surgió desde el mismísimo campo de juego. Cuando arrancó el torneo Clausura 2011, River lo hizo con la fortuna acodada a su andar. Los resultados no le daban la espalda. Pero River jugaba, decididamente, mal. River desplegó un fútbol de bajísimo nivel a lo largo de 19 jornadas. ¿Se puede esperar más de este plantel? No. Claro que no. Respeto a Matías Almeyda por varios motivos, por sobre todas las cosas por su amor a River. Ya ni me sumerjo en pensar que es un tipo profesional, que sufre como ningún otro el presente del equipo del cual es hincha.
La aparición de Erik Lamela es un dato positivo que perdió fuerzas a partir de que intuyeron que su fútbol tendría el potencial de cargar al resto del plantel cuando lo normal es que el niño crezca rodeado de experimentados y él aportar su granito dentro de un grupo consolidado. River no está consolidado, es un rompecabezas desde hace tiempo. River hizo que Lamela creciera de golpe y a los golpes. River, probablemente, venda a Lamela ante la necesidad económica que atraviesa.
Apuesto al impulso de expresar que no voy a poner en tela de juicio el profesionalismo de los otros del grupo conducido por J.J López.
Hablando del DT, ¿queda claro que no está en condiciones de ser el técnico de River? Creyeron, por Núñez, que haber puesto a López a dirigir a River por primera vez justo en un Superclásico y que hayan ganado ese partido ante Boca Juniors, era un impulso suficiente para soñar con un porvenir fructífero. Error, yerro, equivocación, pifia. A Passarella hay que reconocerle que hizo algo poco común en el fútbol de hoy en día, haber mantenido el proceso de un entrenador y haberlo defendido a capa y espada.
River no tiene el sello del equipo ganador. Está bajo el tormento de un ambiente derrotista.
El enorme Amadeo Carrizo, voz autorizada si las hay, cargó las tintas sobre los jugadores y no optó por enfrascar a la dirigencia en la oxidación contemporánea. Son los futbolistas los que deciden y resuelven dentro de los límites del terreno. Vamos a dar el puntapié a la historia del huevo y la gallina (sin segundos pensamientos ni lecturas entrelíneas) aunque suene realmente irónico.
El miércoles en el Gigante del Barrio Alberdi, River comenzará a defender su posición. Belgrano de Córdoba estará del otro lado de la línea que separa el terreno a la mitad.
El más ganador de torneos locales en Argentina podría verse en la desavenencia de bajar.
Un cúmulo de situaciones llevaron a River a donde está hoy. Y aunque la AFA no quiera, podría llegar a ocurrir lo impensado.
Cierro con el título. Vergüenza es ver a River ahí. Vergüenza es que un ejemplo del fútbol del mundo esté en la baldosa en la que se posa. Vergüenza es que un club como River cosecha lo sembrado por incapaces que, por estas horas, en lugar de dar la cara, esconden sus cabezas como avestruces. 

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