Wednesday, May 11, 2011

Barcelona Campeón

(Sin editar)


Qué suerte. Sí, que suerte que Barcelona fue campeón por lo hecho a lo largo de un torneo y no por el último, el pasado, por el enfrentamiento contra Levante, porque la sensación que dejó –para mucha gente y para mí- es que ante los Granotes resultó un entrenamiento más que un juego oficial.
Ni en el sector más oscuro de mi pensamiento se me ocurre creer en un arreglo porque el empate le convenía a los dos aunque los hombres de Luis García Plaza todavía no están, matemáticamente hablando, en condiciones de respirar tranquilos creyendo que la continuidad en la máxima categoría fue asegurada para la siguiente Liga.
Me topé con gente que expresó que Seydou Keita no quiso hacer el gol que hizo y que Gerard Piqué no es capaz de marcar tan mal como para que entre él y Víctor Valdés le hayan permitido a Felipe Caicedo conseguir la paridad, el 1 a 1 con el que deambulamos hasta el pitazo concluyente.
Luego de la goleada del Real Madrid ante Getafe, a los culés les sobraba con un empate. Y salieron a empatar. Increíble pero real. Saltaron al campo del Ciutat de Valencia a igualar, a cuidar, a dosificar los esfuerzos, a darle minutos a algunas piezas pensando en el más allá que es el 28 de mayo cuando en Wembley protagonizarán la final de la Champions League ante Manchester United. Así ganó minutos, por ejemplo, Eric Abidal; así incrementó el milagro de su regreso, de su vuelta al fútbol luego de un tumor que buscó apartarlo, que intentó lastimarlo, que no logró quebrarlo al francés.
Es verdad, el común de los “Anti-Barça” coincide en que gritar campeón jugando como lo hicieron contra Levante, con un fútbol lateral, con un toqueteo insoportable e histérico… jugando al “fulbito”, es tedioso. Como contrapartida los fanáticos blaugranas se ríen y disfrutan de las excusas de otros para minimizar lo irrefutable. Para desmitificar cualquier suspicacia entró en acción Lionel Messi que en dos oportunidades, con maniobras “maradonianas”, acarició el grito, el que se le negó últimamente, el que espera reflotar a fines de mayo en la culminación de la temporada. ¿Quieren hacerme creer que Messi le apuntó al palo? ¿O qué cuando lo trabó Nano y la pelota se perdió cerca del palo izquierdo al corner no quiso convertir?
Este Barcelona mereció ganar el campeonato. Este Barcelona padeció ser dueño de un plantel corto, con innumerable cantidad de lesionados, con la habilidad que partió del cuerpo técnico para gambetear a esos inconvenientes, para encontrar agua en las piedras. Este Barcelona tuvo picos altísimos de fútbol como lo del clásico en Camp Nou y la ya legendaria manita. No deja de sorprender a propios y a extraños –los extraños ya se arrancan los pelos ante lo imposible- lo que hace el Barça en la cancha. Probablemente el rendimiento haya mermado en cierta forma, en un mínimo porcentaje. Suena lógico, es evidente, tiene que ser así. Y pese a que tiene que ser así lo resaltante es que el grupo juega a un altísimo nivel desde hace años y si algo es realmente complicado en el fútbol es permanecer en los cánones de la supremacía. No fue una, ni dos… son tres Ligas consecutivas. Retumba como una frase simple, sencilla, palpable y solo los jugadores saben cuan difícil es.
Uno podrá decirme que no, que ellos ganan millones y millones de euros y que en lo único que tienen que pensar es en hacer bien las cosas, en deberse a su público que es el que da la vida por la camiseta. Es cierto. Aunque el jugador y únicamente el jugador, como ser humano falible, es el que debe ponerle la cara a la adversidad que sopla en contra a diario. La cotidianeidad, el acostumbramiento, lo rutinario, desgasta. Cuando hay hambre no. Cuando hay inteligencia, tampoco. Cuando hay ganas, menos. Y este Barcelona demostró sapiencia y tenacidad y por eso es el mejor, una vez más.
Saltarán los hinchas del Real Madrid, que reprocharán –tal vez con razón- que los suyos hicieron lo mismo y sin embargo quedaron a las puertas de todo, menos de la Copa del Rey que en muy buena ley atraparon. Esa Copa del Rey que hasta uno de los suyos dejó caer y un ómnibus le pasó por encima. Lo del Madrid también fue magnífico, porque Mourinho tenía un piso muy alto que era igualar o mejorar lo de Manuel Pellegrini al frente del Merengue y anduvo cerca. Estuvo cerca en Liga, en Champions lo superó y en el torneo de Su Majestad, ni hablar.
Para lamento de los hinchas del Bernabeu solo uno es campeón y el mejor fue el rival de toda la vida.
Barcelona campeón, Barcelona por tres. Salud al pueblo culé.

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