Monday, April 4, 2011

Un poco de “muñeca” no vendría mal

La idiosincrasia con la que convivimos es diferente a partir de nuestras nacionalidades. Por eso es que voy a limitarme a hablar solo de Argentina que, en definitiva, acarreo sus costumbres desde que nací.
Si seremos buscadores permanentes del desconcierto… En Argentina todo debe ser tajante, pocas cosas se piensan. Digo pocas para no decir ninguna porque es cierto que hay personas que se permiten los grises y no ven la vida en blanco o negro, en sí o no; se dan espacio para un “tal vez”. A esta altura y luego de ciertas líneas imagino que pensarán, muchos de ustedes, a donde apunto.
Apartándome de ámbitos de la sociedad que son superiores en importancia respecto del deporte, me compenetro en el fútbol. El deporte es mi materia y el fútbol uno de los componentes de este blog.
Viendo lo que sucedió en La Bombonera entre Boca Juniors y Estudiantes de La Plata me di un tiempo para la reflexión. El árbitro Sergio Pezzotta, con el reglamento más aferrado a su mano que nunca antes, no permitió que Eduardo Berizzo ocupase su lugar en el banco junto a los suplentes del Pincha porque el entretiempo debe ser de quince minutos y como el Toto estaba caminando rumbo a su posición cuando el cronómetro revelaba que eran veinte los segundos que habían dejado atrás al minuto quince, el silbante lo expulsó. Debo aclarar (probablemente no todos estén al tanto) lo que sucede en el fútbol argentino. Desde el Apertura 2010 se está haciendo respetar el segmento del entretiempo según lo que indica el reglamento del fútbol y no según los parámetros que a cada uno se le ocurre aplicar. Los descansos no eran iguales. Variaban entre los quince y los veinticinco minutos. Una barbaridad. Quienes desconocen el funcionamiento se trepan a una frase hecha: “es por la televisión”. Error. Las empresas que emiten fútbol adaptan sus pausas publicitarias y bloques en la transmisión en base a una grilla preestablecida. En Argentina no es distinto. Habrán notado que los periodistas ingresaban en el  capítulo del guitarreo. Deambulaban por una tienda de temas y no necesariamente correspondían a la vida de los cuadros involucrados en el partido de turno.
Estoy a favor de la organización y del respeto; esto último por sobre toda las cosas. No cumplir con lo pactado es ser irrespetuoso con el público y el público son los hinchas. Es decir, se hace lo que se quiere con los propios, con los del mismo bando, con los que están de su lado.
Pezzotta no dejó escapar la “tardanza” de Berizzo y le mostró el camino de salida que fue el mismo de la entrada al campo. ¡Por 20 segundos! O sea, veinte segundos sería lo mismo que tres minutos, o cinco, o que solo un segundo. ¡Qué falta de habilidad! ¡Qué poca “muñeca”!
Así como el reglamento es poseedor de una letra y un espíritu, el cual da espacio a la interpretación, hay que exprimirlo de la manera correcta. Según las reglas, una mano dentro del área de parte de algún futbolista del equipo defensor, a excepción del arquero, sería penal. Ahora, no todas las manos dentro del área son sancionables con la pena máxima. ¿Por qué? Porque el referí tiene la “libertad” de descifrar la intención del involucrado.
Estoy inquieto y sumo interrogantes, ¿la entrada de Pochi Chávez que era para roja directa no la vio Pezzotta? ¿El codazo de Somoza contra Verón también se le escapó? ¿El gol anulado a Boca (mal) por supuesto off-side no recae sobre su accionar? ¿El periódico número de “abrazos” –sistemáticos- en sendas áreas no son sancionables? ¿La pésima aplicación de la ley de la ventaja quedó para otro juego?
¿Era más importante estar atento a los veinte segundos de retraso de Berizzo que lo consultado anteriormente?
Tras el partido, en un acto religioso de los finales de cada enfrentamiento, se llevó a cabo el intercambio de camisetas. Martín Palermo trocó la suya con la Brujita Verón y Juan Sebastián. Conclusión: fueron amonestados. Es sancionable con amonestación el quitarse una camiseta para regalársela al rival y también las faltas temerarias, las que se efectúan con la noción de que puede generarle riesgo al físico del contrario.
En Argentina es así. Transcurrieron tres fines de semana desde que otro hincha dejó su vida en las proximidades a un estadio. La resolución fue suspender la cancha de Vélez Sarsfield, como si aquel castigo devolviese la vida de quien ya no está con la gente que aún hoy lo sigue amando y extrañando. Hubo un movimiento desafortunado. Me agradaría interpretar que NO fue premeditado y tengo problemas para lograrlo. Qué casualidad que justo el fin de semana en el que la violencia se cobró una nueva víctima la AFA, por medio del comité disciplinario, resuelve dejar sin efecto una segunda tarjeta de amonestación vista por Martín Galmarini (mediocampista de Tigre) durante la visita del “Matador” al Bosque platense. Un acto sin precedentes que supo adueñarse de la atención general y relegaría a un segundo plano otra cuestión que era infinitamente más que la de una amarilla devenida en expulsión.
Analizando fríamente no le veo frutos positivos el echar a un técnico porque los suyos volvieron tarde. ¿Qué pasa cuándo la pelota tiene que comenzar a rodar a las 6 de la tarde y el puntapié se aplica a las 6:06? Nada.
Todo pasa por la educación. Si se instruye a los jóvenes a caminar paralelamente con las buenas costumbres, no habría que pensar ni mínimamente en situaciones como estas. Ocurre que en Argentina cada vez hay menos espacio para la educación y mayor margen al facilismo. Es de “vivo” (inteligente) el recabar un provecho a cualquier costo, olvidándonos del resto; siendo demagogos.
Aprendamos a dominar la flexibilidad. Es viable ser estricto y tolerante al mismo tiempo. Es la mejor de las fórmulas. También la más complicada, aunque no para los árbitros del fútbol. No dudo de su honor. Los yerros son parte del fútbol. Lo inadmisible es que quedan ellos en “fuera de lugar” cuando se lavan las manos ante acciones irrefutables.
El fin de semana chocamos con una nueva exposición de la desprolijidad. Lamentablemente no será la última.

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