Wednesday, March 23, 2011

Ron Artest y “The Closer”

Sufrir la defensa para gozar el ataque. Es una premisa del básquetbol. A nivel NBA no importa que a esta altura de la temporada regular el mejor equipo tenga que enfrentarse al peor porque nada asegura que la inferioridad no pueda imponerse a la maestría.
Phoenix no es de los más blandos y estableció un ejemplo de lo que intento explicar. Cuando cerraba el tercer cuarto en el Staples Center la mayoría de los fanáticos creyó que este capítulo había concluido. Una ventaja de 14 puntos, con lo que estaba llegando desde las tablas, llevaba a imaginar que en el último segmento los locales ampliarían el margen.
Un flash, tres ataques no aprovechados y titubeos en la marca alcanzan para que el contrario se pegue en los números, en el marcador y vuelque sobre los otros la inquietud mental de percibir que la utopía se tiñe de realidad.
Los Angeles Lakers tienen varios puntos interesantes a la hora de defender; ninguno como Ron Artest.
La clave estuvo en el último de los OT (se jugaron tres) cuando le robó la pelota a Steve Nash y corrió hasta el otro extremo para terminar enterrando el balón con la mano izquierda (siendo diestro) y regresando a participar del “time out”, solicitado por Alvin Gentry, se puso frente a uno de los laterales y lanzó un beso hacia la grada. Ahí no quedó. Un jumper posterior y el beso a sus “guns”, bíceps, expresión típica de un gladiador, de alguien que deja la vida en cada intervención.
Los flashes se van con Kobe Bryant. Lógico. ¿Cómo no hacerlo si es el mejor jugador del mundo en este deporte?
Los amantes de las piruetas, de los movimientos circenses, quienes creen que el baloncesto de la NBA es una extensión de lo que se genera en los playgrounds, van a escapar del pensamiento que afirma que Kobe es el número uno. El básquetbol es una disciplina de estrategia y ejecución. Cuando uno choca con un tipo que combina a la perfección este dueto es imposible superarlo. También es una materia prácticamente improvable  encontrar a un ser humano así. Bryant es el cerebro dentro del rectángulo, es “Phil Jackson” vestido con el uniforme de los angelinos. Bryant juega y hace jugar. Bryant es el máximo responsable de los títulos de los Lakers. Bryant es el motivo por el cual los Lakers exhiben el mejor récord post All-Star Game.
Ante "Los Suns" (noche latina en Hollywood) ensanchó el abanico de su repertorio. Venía trabado y junto a su tándem, que en esta oportunidad fue Ron, encontraron la combinación de una bóveda que custodiaba la victoria, algo que por diferentes motivos precisaban los dos, al margen de que los vigentes campeones ya aseguraron la presencia, otra vez, en la postemporada.
Como ocurre cada vez que un equipo enfrenta a los Lakers aparece algún componente que marca el mejor registro de su carrera. Ocurrió con Channing Frye que se retiró con 32 puntos, el máximo en un partido de su vida profesional. No fue casualidad lo que vi de Frye, contribuyendo desde el perímetro (5-13 3pts) a la hora señalada. Cuidado porque estamos hablando de un ala-pívot con un promedio del 40% en este departamento estadístico.
Tan solo una asistencia le impidió a Bryant marcharse con un “triple-double”. Sus 42 unidades indican que es la cuarta ocasión en la temporada 2010-2011 que encesta, al menos, 40 puntos y el partido número 107 de su carrera en la NBA en el que lo logró. IMPRESIONANTE.

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